Viene de “Mi Bandera (Múltiple) 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9”. Consúltense antes de seguir la lectura.
Queridos amigos, queridas amigas, «querides amigues» [esta es la primera y la última vez que usaré el género neutro y el lenguaje inclusivo con tanta alegría, desparpajo torero y desinhibición; porque no es operativo, que no, lo siento; que los/las/les demás hablen como quieran], como podéis ver, soy un artista del montón, nada estrafalario, que no se caracteriza por lo que se espera del típico artista de hoy: no tengo tatuajes en el cuerpo, ni piercings, ni greñas, ni florecillas o rastas o trenzas en el pelo, ni me dejo barba o bigote de pitiminí, ni indumentaria fashion chupiguay, ni ningún signo externo que hable por mí, que anuncie a los demás la vida que llevo, la formación académica que tengo, ni nada que me delate.
Desconozco el significado de la palabra «bohemia», trabajo todo el tiempo en mi estudio, me falta día, medios y capacidad para hacer todo lo que deseo —necesitaría cinco clones de Tisho Babilonia para especializarse y ocupase de todas las tareas—, y aprender todo lo que me falta. No fumo, de vez en cuando me chuto un lorazepam para relajarme y dormir, no trasnocho, pero me gusta el té, y muy de vez en cuando me tomo un buen vino o alguna cerveza en el almuerzo o con las tapas, me gusta la comida caliente con cuchara, las buenas gastronomías del mundo en general y la dieta mediterránea en particular; soy omnívoro por consiguiente, pero respeto y entiendo el vegetarianismo en todas sus formas, incluidos los veganos... Ideológica y políticamente soy de centro-derecha-izquierda, voto siempre lo más parecido al centro, o al centro-izquierda, y si la situación lo requiere al centro-derecha, para tratar de mantener la homeostasis del sistema político nacional y autonómico en cada momento [no, los españoles no somos de izquierdas, estadísticamente somos de centro (lo queremos todo, una economía potente, diversificada y saneada, empleo de calidad, un amplio régimen de libertades, y al mismo tiempo una cobertura social y una educación públicas igualmente potentes y avanzadas, sin demérito de la sanidad y la educación privada)…, y no hace falta recordaros que mi auténtica lealtad se la profeso al PTB (Partido de Tisho Babilonia), del que hablé con anterioridad]; por consiguiente, soy uno de los culpables que hace que no prosperen por mayoría las fuerzas políticas extremófilas de «derechas» o de «izquierdas», así como los micronacionalismos, simplemente porque no voto a ninguno de estos; y siempre me tendrán enfrente en lo ideológico, pero no en lo personal —a menos que me busquen: el que me busca me encuentra, por supuesto, mejor no quieran conocer mi malafollá de artista—. De hecho, todavía me queda algún amigo que se declara independentista —cosa rara, porque en los últimos tiempos los he ido perdiendo, pues se han convertido en mi «kryptonita», es decir, mi talón de Aquiles—. Puedo incluso hablar largo y tendido con nostálgicos franquistas y nostálgicos republicanos, así como con cualquier simpatizante de Vox o de Podemos —aunque sea agotador en ambos casos— y de sus equivalentes europeos, americanos y del resto del mundo... siempre y cuando el interlocutor de turno tenga una mínima cultura y un talante dialogante indispensable —mejor si está informado sobre mis planes para el futuro de la especie y del planeta—. Tengo familiares y amigos gais y lesbianas —uno muy próximo en el pasado se suicidó por su condición de homosexual…— y saben que conmigo no hay problema, que no entro a juzgar los gustos de cada cual, y celebro que la gente se conozca y se ame en paz y en libertad; respeto el colectivo LGTBIQ+ con todos los subgrupos, siempre y cuando su progresismo no pretenda avasallarme —según mi punto de vista limitado, binario, heteronormativo, en cada ocasión y en cada tema en cuestión, aunque no les importe mi opinión—; ni que decir tiene que la homofobia en este planeta tendrá cada día más dificultades para existir, y que las cosmópolis se encargarán de estrecharle el cerco a estas posturas intransigentes allá donde existan [si el mundo quiere desarrollo y bienestar, tendrá que encajar también todo lo que va en el paquete, eso incluye la diversidad sexual, y por supuesto la liberación de la mujer, así como los «Derechos Humanos Ampliados» (de mi «Carta Magna Icónica»), avisados quedan]; todavía recuerdo el comentario típico de ciertas almas de cántaro que alguna vez he tenido que escuchar —«en mi país no existe la homosexualidad»—, algo que me parece el colmo del cinismo y la desfachatez... Tengo amigos y conocidos de toda extracción social, algunos son millonarios y otros pobres de solemnidad, algunos son ejecutivos, altos funcionarios, grandes empresarios, otros son docentes, intelectuales, políticos, médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, informáticos, otros estudiantes, agricultores, albañiles, autónomos en general, trabajadores de cualquier ramo y desempleados —todavía no conozco a ningún astronauta pero me gustaría–…, por lo general con todos aprendo, con todos me llevo bien y a todos les deseo el bien —ficción «el bien»—.
Con algunos amigos en La Haya
Lo mismo me pasa con los «extranjeros» (esa palabreja horrible), pues no distingo, lo siento mucho por los racistas, los supremacistas, los nacionalistas y los xenófobos. Cuando estoy fuera de España, el «extranjero» soy yo y no me gusta tropezarme con este tipo de salvapatrias intransigentes —invito a estos tipos de personas a verse más a menudo en esta misma situación, en el «extranjero», a pelo, únicamente con lo puesto... ¡experimentar sienta muy bien!—; así que sé lo que es estar en los dos lados, y además lo busco, busco al diferente, al «extranjero», para aprender algo nuevo sobre él y su país, para ensanchar mi horizonte y saciar la curiosidad [por cierto, me encantaría dominar más de 10 idiomas pero me parece una tarea harto difícil a estas alturas de mi vida, algo que con mucho gusto delegaría en mis clones…, aunque controlar 4 o 5 idiomas es un buen comienzo, ¿no?]; sin embargo, eso no quita que esté preocupado por las consecuencias de la emigración masiva a escala planetaria, en especial por el incierto panorama que nos espera a todos si África —por ejemplo— no se desarrolla a la velocidad que las circunstancias requieren —para eso he pensado mi plan «cosmopolitano», para acelerar el proceso de la forma más consciente, organizada y progresiva posible—.
He estudiado, trabajado y vivido en muchas ocasiones rodeado de gentes de todas partes del mundo, he tenido vecinos y compañeros de piso de cualquier procedencia, de cualquier religión, ideología, condición y aspecto étnico; y puedo asegurar con toda convicción que es la personalidad y nada más la que nos hace amables y respetables. Se da la circunstancia, incluso, de que he llegado a tener a un compañero de piso originario de Ghana —uno de mis mejores amigos—, y a la misma vez, en la ventana de enfrente, a un vecino que tenía la graciosa costumbre de poner una bandera nazi en el tendedero [mi querido vecino neonazi tenía la cabeza como un cencerro, había leído Mein Kampf y era feliz como un niño con un nuevo episodio de Peppa Pig..., luego, curiosamente, se echó por novia a una chica negra; en cierta ocasión le dije que yo también tenía una bandera, que podría ponerla en mi balcón, y claro, no era necesario explicarle que se trataba de una bandera múltiple; si llego a sacar mi ristra de trapos de colores y los 100 iconos de mi «Carta Magna» lo dejo noqueado, quiero decir «iconeado»]. ¿A dónde se va, hoy en día, con una sola bandera, y menos de este tipo? Qué ridículo tan espantoso. En general las gentes supremacistas y racistas me producen urticaria, pero incluso compasión —«pobres criaturas peligrosas e incomprendidas»—. Yo nunca pude permitirme el «lujo» de pensarme superior a nadie, máxime viniendo de donde vengo, de Benamaurel, un pueblo humildísimo de la Andalucía profunda, habiendo nacido y crecido en una casa-cueva, en el interior de la tierra, habiendo desempeñado cualquier tipo de trabajo (agrícola, ganadero, hostelero, de la construcción… a base de terapia de humildad), máxime teniendo las credenciales que a los andaluces nos otorgan los «amigos del insulto organizado»… ¿Quiere esto decir que soy, por consiguiente, un «megaprogre globalista feminista» típico? No, para nada, eso es muy simple para mí, soy veinte millones de cosas más que eso, ¡antes muerto que sencillo!, ya me encargaré de demostrarlo, o no. En cualquier caso, el que piense esto de mí que venga a discutirlo a Benamaurel, al «Babylon Festival».
«Contra el racismo». Conferencia a cargo de Lilian Thuram. Museo Branly, París.
–Contra todos los racismos, en todas las direcciones–
Y en cuanto a las mujeres, ha sido siempre un tema controvertido y difícil de gestionar para mí, uno de los más problemáticos; pues casi nunca me dio resultado ninguna estrategia de aproximación amatoria hacia ellas, ni mucho menos ir de macho alfa..., lo de ligar con éxito es algo que me consta que otros hacen muy bien. Yo solo soy un macho omega, lo tengo asumido, estoy en la última letra del abecedario griego —sin embargo, que las mujeres no me busquen para ejercer de pagafantas ni de amigo confidente, ese en cuyo hombro se apoyan después de sus trifulcas con los alfa, los beta, los gamma, los delta…, aquellos a los que aman y por los que suspiran en realidad—. Entiendo su lucha, comparto su revolución feminista en la medida justa que decido yo, me parece curiosa la oleada deconstructivista, iconoclasta y desmitificadora que han emprendido…, aunque no me apetece hurgar en sus motivaciones más profundas e inconfesables; además, la vida también es difícil para los hombres de hoy en día, no digamos los omega. De hecho, mi primera exposición en el aula de quinto de pintura en la facultad de Bellas Artes de Granada, allá por los años 90 del siglo pasado, versaba en torno al tema de la mujer: tomé la imagen de una mujer desconocida, sacada de una revista cualquiera, a la que le puse el nombre de «Andrea», y la pinté en algunas decenas de cuadros, variando la técnica y el estilo pictórico (a la manera cubista, expresionista, impresionista, abstracta, a la de Bacon, Warhol… —un ejercicio postmoderno de apropiación—). En realidad, lo que estuve pintando todo el tiempo fue un-a humán.
Algunos cuadros de la serie “ANDREA” (años 90)
En efecto, esta muestra pictórica fue un exorcismo, una bomba de nácar para resolver para siempre unilateralmente mi problema con ellas, que básicamente consiste en no tener ni idea de cómo se empareja la gente —vamos, que no me comía una rosca y solo tenía líos infructuosos y tontos—. En uno de esos cuadros puse: «EL SIGLO XXI SERÁ FEMENINO», seguido de un texto; y así lo creo —un siglo con un cierto estilo YIN antes que YANG, FEMENINO SÍ, FEMINISTA NO, HUMANISTA SÍ—: femenino en el urbanismo, en las infraestructuras, en la economía, en la agricultura y el medioambiente, en los cuidados, en la docencia, en la forma de organizarnos y abordar los conflictos y problemas... Las «macrociencias» que predico serán la versión femenina de la ciencia tradicional. El orden mundial que pregono con base en nuevos centros de poder, acumulación y sinergia, que denomino COSMÓPOLIS, es femenino (y por supuesto, estos centros cosmopolitanos serán el baluarte de la liberación femenina —signifique esto lo que signifique— en todo el planeta; bueno, también de la liberación masculina). Tal vez el capitalismo que viene será femenino. El «Babylon Festival o Gran Mandala o Foro Gaiano Mundial (FGM)» es femenino, y cuento a priori con la participación plena y el liderazgo de las mujeres, además del de los hombres, para hacerlo posible… Una parte de este evento será presencial, se celebrará en mi pueblo, como es sabido, en mitad del campo, en un lugar desértico pero grandioso, espectacular, apartado para no distraernos y no molestar [como hacen en el desierto de Nevada (USA) en el Burning Man, salvando las enormes diferencias entre tales eventos], para reflexionar en paz largo y tendido, incluyendo a todos los que deseen acudir (siempre que no sean violentos ni delincuentes, pues el límite de admisión y de lo que allí acontezca lo impondrá el código penal vigente en España). Eso no me impide detestar la misandria del feminismo extremófilo, fanático, fundamentalista; otro extremismo más que tanto me desconcierta. Sea como fuere, aquí las espero, en el centro atractor, en el «patrimatriarcado»; pues defiendo lo que llamo el «patriarcado+matriarcado heteronormativo», claro que sí, que ha hecho de nosotros lo que somos para bien y para mal; que hizo posible pasar de ser una especie desnuda poco numerosa, indefensa, a merced de los elementos y las fieras, a que milenios después estemos aquí con este grado de desarrollo y esplendor; aunque como vengo relatando a lo largo de estos capítulos, no basta en lo más mínimo teniendo en cuenta la gigantesca problemática que nos envuelve y que degrada poco a poco nuestro planeta. Así que mucho cuidado con despreciar aquello que nos ha configurado y puesto donde estamos. Los hombres y las mujeres del pasado han hecho las cosas mejor de lo que pensamos, no eran idiotas ni ellos ni ellas, no los subestimemos —como no me gustaría que los humanes del futuro nos subestimen a nosotros, quiénes serán ellos para juzgarnos—; han sabido en todo momento lo que tenían entre manos, a pesar de tantas carencias, dificultades y peligros como les atenazaban... Y en este mismo sentido, por extensión, aprecio a los hombres y mujeres de mi familia patrimatriarcal por igual, por su ejemplo de vida, que es al que me atengo.
«POWER»
Cami, Samra, Tisho, Qianzhi y Caroline, en mi estudio de Granada.
Los tiempos cambian, e igual que los hombres y mujeres actuales en general tenemos la suficiente inteligencia como para cambiar con ellos a la par, del mismo modo ocurrió en el pasado —aunque desde nuestra perspectiva presentista/recentista/actualista nos parezca inaudito—; por consiguiente, también será interesante descubrir y analizar en el «Babylon Festival» la historia del «patrimatriarcado» y todo lo relativo al género, por supuesto. Claro que debatiremos, que dialogaremos sobre estos temas y muchos más, claro que aprenderemos unos de otros, pero sin perder la perspectiva, que es la siguiente: de todo este proceso saldremos más reforzados y unidos, más conscientes de la grandeza de nuestra especie y de Gaia —nuestro maravilloso planeta—; con la intención de sentar las bases de un mundo mejor —discutiremos en qué consiste la ficción «mundo mejor»—, rumbo hacia el «FUTURO PROFUNDO».
CARTA MAGNA ICÓNICA
Mi «megaficción» para los próximos siglos:
100 derechos y obligaciones humanos.
100 valores y principios éticos humanos.
100 objetivos emancipadores humanos.
100...
Por último, en cuanto a mi persona: me falta día, solo tengo tiempo apenas para pintar, escribir, leer, estudiar, escuchar el mundo desde mi estudio (mi zona de «confort»), y poco más. Ya es tarde para mí, he dedicado poco tiempo para cultivar la destreza, la constancia, la inversión, la disponibilidad, la habilidad social necesaria para llevar a buen término una relación afectiva con alguna mujer (aunque la esperanza sea lo penúltimo que se pierde —lo último es la vida—). Cada día soy más difícil de tratar, soy carne de divorcio en potencia, un soltero empedernido —pero en contra de mi voluntad, qué más quisiera que haber conocido a una compañera bien avenida—. No tengo ni la menor idea de cómo hacen los demás para emparejase, hacerse un nidito de amor, formar una familia y que la relación dure mínimamente. Es el gran enigma de mi tiempo, una heroicidad sin parangón. Y en cuanto a mis supuestos tics «micromachistas» —o «macro», lo mismo me da— no son tales, no existen, pertenecen a la «ficción ideológica feminista», como el «pecado» era para la «ficción ideológica cristiana, musulmana, judía...», o como las tentaciones «burguesas» eran para la «ficción ideológica marxista», puros métodos de control, pura ingeniería social [algo que en otros tiempos quizás tuvo sentido, pero lo que viene es más complejo, y requerirá menos controladores..., esos que se erigen en oficiantes/agentes/comisarios de alguna ortodoxia ideológica —ficticia—, porque no alcanzarán a saber más que el resto de sus coetáneos, porque lo que viene es una sociedad de ciudadanos megainformados, con capacidad propia de discernimiento y de pensamiento crítico —la era del «Humán Supersapiens» o de los escribas, así la llamo yo—, un tiempo en el que todo el mundo tendrá acceso directo a las ideas y al conocimiento, sin necesidad de tutelas ni gaitas]. Por tanto, mi relación con las mujeres la conllevo con dignidad y entereza, no me voy a flagelar por no ser lo que cualquiera de ellas espere de mí. Mi comportamiento y mi forma de ser la regulo yo, según el interlocutor o interlocutora que tenga delante; ya soy mayorcito, no le consentiré a nadie que chantajee, controle, juzgue y gestione mi personalidad, para adecuarla a su ideología o fantasía particular, la que quiera que sea que tenga —pues ya tengo bastante con las mías, mis fantasías—. Por último... NO, no soy gay ni misógino, estás muy equivocado-a-e; todo lo contrario, solo soy un tío bastante corriente que quiere construir algo bonito —ficción «algo bonito»— (una obra, un mensaje, un mundo nuevo lleno de color), que ama la belleza y la inteligencia, y si van unidas mejor. Nadie es perfecto, o sí.
"DIMENTICA". Mahmood
Paisaje con figura
Que alguien me diga si alguna vez he huido o renegado de mis raíces, si he abandonado el pueblo que me vio nacer, en el que me crie y formé como persona; que me diga si no pretendo saldar mi deuda de vida, devolver lo recibido con creces, ni arrimar el hombro en mi tierra para que mejore, para evitar su despoblación y superar su pobreza y abandono secular. Que me lo diga a la cara, que venga al «Babylon Festival» y lo proclame.
“Casa-Cueva”. Óleo sobre tela, 50 x 50 cm (2020). Tisho Babilonia
Tengo grandes planes para BENAMAUREL, como vengo insinuando todo el tiempo. En una primera fase, quiero convertirlo en un centro residencial y turístico troglodita, un destino turístico casi único en el mundo, originalísimo, pues es un territorio ideal para la creación de viviendas excavadas en la tierra, bioconstrucciones que hoy pueden ofrecer todas las comodidades de las casas modernas más las ventajas del contacto directo y sanador con el interior de la tierra y la naturaleza circundante, que además ofrecen la misma temperatura regular y agradable todo el año en el interior de la vivienda… Pero esto es solo el comienzo. El núcleo del pueblo tiene muchos espacios vacíos, muchos solares disponibles, y muchas viviendas para restaurar, a precios de oportunidad. Tiene un humilde polígono industrial semivacío, una red de fibra óptica, una buena cobertura de telefonía móvil, y una autovía (la A-92) a 10 o 15 km —según el desvío que se elija—, que nos conecta con todo el arco mediterráneo español. Hay un hospital en la comarca, ambulatorios, colegios, institutos, centros comerciales, zonas de ocio, y mucho espacio y naturaleza —el territorio es un Geoparque reconocido por la UNESCO, y además estamos rodeados de sierras y parques naturales con vida salvaje protegida—. Deseo, en definitiva, atraer a mi pueblo y comarca un elenco de nuevos residentes muy especiales y valiosos, llenarlo de intelectuales, artistas creativos, investigadores, inventores, diseñadores, telecomerciantes, inversores, financieros, teletrabajadores, escritores, periodistas, blogueros, youtubers e influencers, nómadas digitales en general, inversores, emprendedores… que se conviertan en la avanzadilla de lo que vendrá. Será el Montmartre de Picasso, la Florencia de los Médici y Leonardo, la Atenas de Sócrates, la Alejandría de Hipatia, la Córdoba de Averroes y Maimónides, la Bagdad de Al-Juarismi, el Cambridge de Newton, el Beagle de Darwin, los garajes de Bill Gates y de Steve Jobs… todo junto, transportado, interpretado, readaptado y magnificado en nuestro tiempo.
Bandera de Benamaurel
En una segunda fase, estoy pensando en un «Nuevo Plan de Ordenación Urbana» para prever la mejora de algunas calles principales y un ensanche, donde construir una nueva avenida y calles adyacentes; con la idea de convertir esta parte nueva en el kilómetro cero de lo que será más adelante «NEURON POT». Un centro de excelencia hispano-europeo-mediterráneo-africano-americano de investigación y desarrollo, de gran magnitud, que vaya extendiéndose poco a poco por la comarca y albergando importantes sedes científicas, tecnológicas, universitarias, empresariales, culturales… que conviertan esta tierra en un núcleo atractor de talento y capital de primera magnitud mundial. Bien, una especie de réplica de lo que hacen los estadounidenses en su país, como por ejemplo en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), y otros tantos centros como el famoso Silicon Valley…, solo que esta vez las cosas se pensarán y se realizarán con otra escala y a la manera europea, mediterránea y latino/ibero/hispanoamericana, y a mi manera —espero, por pedir que no quede—, pensando en ese futuro de MACROCIENCIAS, COSMÓPOLIS Y GLOBALIZACIÓN que tengo en mente... Pero, para empezar, podríamos venir a reunirnos, sentarnos y parlamentar, para tratar estos asuntos y muchos otros más, en el GRAN EVENTO que vengo anunciando y que denomino «BABYLON FESTIVAL o GRAN MANDALA o FORO GAIANO MUNDIAL».
Visita el Altiplano de Granada.
Nadie me puede decir entonces que no miro por mi región o comunidad autónoma, por ANDALUCÍA. Todo lo contrario, ya es hora de recuperar nuestro liderazgo en el contexto nacional español, como siempre aconteció en el pasado, en los grandes momentos. Nuestros queridos catalanes y vascos separatistas, esos del «sindicato del insulto organizado», tienen que comprender que se acabó la vanidad supremacista, la demanda infinita de concesiones, el chantaje y la chulería torera provinciana xenófoba y micronacionalista. En Andalucía no tenemos ese problema, hasta en nuestro himno autonómico, Andalucía es «por sí, para España y la Humanidad» —no hay conflicto—. Somos una tierra abierta, cosmopolita y universal, una encrucijada geoestratégica de primer nivel mundial, una enorme bisagra que une mares, continentes y civilizaciones... Una tierra que dio grandes emperadores romanos, grandes navegantes y conquistadores, grandes sabios, científicos, artistas, políticos… de talla mundial, que hizo posible la cohabitación durante siglos de las tres grandes religiones monoteístas —le pese a quien le pese—, que transmitió el saber del Mediterráneo a Europa en la Alta Edad Media a través de sus bibliotecas, traductores y pensadores, desde Córdoba para el mundo. Una tierra desde la que se organizó un enorme imperio hispano que rodeaba todo el planeta, pues Sevilla fue su epicentro a todos los efectos; o donde se redactó la segunda constitución liberal de la historia (La Pepa) en 1812, Cádiz. Así que hoy invito una vez más a los andaluces a reinventarse, a liderar como sabemos hacer, con laboriosidad, con humildad, buena disposición y hospitalidad..., con alegría festiva y apertura de espíritu y una pizca de malafollá. Andalucía es por derecho la «California de Europa», acogeremos con los brazos abiertos lo mejor de la europeidad, igual que haremos con lo mejor de la hispanidad, con lo mejor del Mediterráneo y lo mejor del resto del mundo.
Red de autovías y autopistas de Andalucía.
No es casualidad, sino magia, que la autovía que atraviesa, vertebra y conecta toda Andalucía se llame Autovía del 92 (A-92), en memoria de la fecha trascendental que cambió el mundo para siempre —el año 1492—, año en el que para muchos empezó la Edad Moderna, el año en que se conformó y unificó la nación política actual de los españoles —España— (una vez que se toma el Reino andalusí de Granada, el último territorio musulmán de la península), el año en que se publicó la primera gramática de la lengua castellana (Antonio de Nebrija), el año en que Afroeurasia y América se encontraron oficialmente —cuando Cristóbal Colón sale de tierras andaluzas, atraviesa el Atlántico y desembarca en tierras americanas en nombre de la corona hispánica—; un acontecimiento trascendental, que se le puede calificar como se quiera: descubrimiento, choque, cataclismo, encuentro... entre dos mundos; también fue el año en que se firma el triste decreto de expulsión de los judíos sefardíes de España…, como podemos ver, una efeméride decisiva para la historia universal, española y andaluza.
Esta fecha curiosamente coincide con la altitud (1492 metros) del CERRO JABALCÓN —cuyo nombre significa «Montaña de los Pueblos» en árabe—, que regenta el Altiplano Granadino, un territorio que por supuesto es atravesado por dicha arteria principal (la A-92); un lugar espectacular y cuasi vacío en el que propongo la creación de «NEURON POT» —una nueva versión de Andalucía y de España— y, por supuesto, la futura «Cosmópolis de BAZA». Ya sé que esta fantasía que pregono es muy difícil de digerir, pero no tanto si tenemos en cuenta las fantasías que nos cuentan otros artistas de otras latitudes cuyas obras (cine, videoarte, pintura...) entran a diario en nuestras pantallas, hasta el punto de abotargar nuestros sentidos; y, además, en dicho lugar, siempre tendréis a disposición, tiempo y espacio suficiente para despotricar en contra de todo lo que estoy proponiendo y de lo que vendrá. Lo cierto es que basta con tomar la A-92 desde cualquier parte de Andalucía, atravesarla y venir hasta aquí para decir y argumentar lo que sea menester, o para emprender y ayudar (eso también cuenta). Bienvenidos seáis, en cualquier caso.
Y en cuanto a mi españolidad, queda despejada la duda, soy un patriota, me bato (intelectualmente) contra los que se empeñan en destruir por activa y/o por pasiva uno de los países más longevos, influyentes y protagonistas de la historia del mundo —le pese a quien le pese— que hace de nosotros lo que somos. ¿Por qué hay que dejarlo caer sin más, desintegrarlo, por qué, por qué, por qué…, quién lo dice? Acaso será porque ciertos simpaticones miserables, inadaptados e histriónicos clínicos —a lo Woody Allen— se dejan embaucar por palabras difamatorias y negrolegendarias gratuitas, por complejos de inferioridad inventados —o no, lo mismo me da— por enemigos que nunca faltarán; por palabrejas desgastadas, raídas, manidas como «inquisición, imperialismo, genocidio, nacionalcatolicismo, oscurantismo, autoritarismo, represión, atraso, franquismo»…, palabras que no significan nada, que nada tienen que ver conmigo ni con el resto de los españoles actuales, y ni siquiera con la verdad histórica; porque al parecer no saben mirar más allá, su talla intelectual no alcanza para más —soñaban con un Nobel y la realidad les endilgó, al menos, el derecho a la mediocridad, con la que nos rocían a diario—; unos personajes que nos tocan en suerte, nuestro lastre nacional con el que tenemos que cargar, como se lleva «la cojera, la calvicie o la presbicia: con aguante y resignación»; unos mequetrefes que se quedan empantanados en la fase oral de la que hablaba Freud y no profundizan más, no avanzan, no le echan coraje a la vida; se dejan hacer, en manos de la dichosa «horda del insulto organizado»... El verdadero español es patriota y no necesita que le rían la gracia, ni el consentimiento de nadie para serlo; tampoco necesita ser nacionalista, porque filosóficamente es imposible, España fue imperio antes que un estado nación, un imperio con vocación universalista desde su nacimiento allá por 1492; el verdadero español no excluye ni segrega, porque ese imperio se forjó incorporándolo todo a su paso. Lo que hoy vemos, el estado que defendemos hoy para evitar su descomposición final, apenas es una fracción mínima del conjunto de las Españas de ambos hemisferios, que un día fue —y puede que vuelva a serlo— una nación o civilización que se extendía a lo largo del planeta. Sea como fuere, se concuerde o no con estas ideas, aquí os espero en esta mega tribuna —a la que se accede fácilmente por autovía desde cualquier punto del arco mediterráneo, desde Huelva hasta Gerona—.
Bandera de España
Sin embargo, es preciso cambiar de estrategia y de discurso, no se trata de retenerlos —me refiero a los amigos del insulto—, se trata de ser tan atractivos y arrebatadores, tan potentes y avanzados que sientan vértigo viéndose separados y postergados; que se quieran quedar, permanecer pegados, involucrados; porque fuera de España no les espere más que la gélida intemperie y la nada. Así que, durante años, sin darme cuenta, fui preparando mi respuesta particular de artista al problema español —y a muchos otros problemas, claro—, fui creando un embalse de nácar gigantesco, rebosante, en proporción al dolor que me atenazaba en tantos frentes; cuyas esclusas estoy empezando a abrir, para provocar la gran inundación, el tsunami nacarado del siglo, no ese tsunamisito que se escenificaba en las calles de Barcelona para suscitar pena a la opinión pública internacional. Tengo la solemne intención de arrancarles de cuajo los complejos, la caraja y la tontería a esa España pusilánime que reniega de sí misma, por gusto, por esnobismo, por afición, por onanismo, por indolencia, por pedantería. Así que, desde mi perspectiva de artista, en el plano de la ficción, esta cosmópolis que predico ya existe en potencia, enhiesta y resplandeciente en el sureste español, ya opera en el mundo: su urbanismo, su sociedad, su función, representa la cúspide de la civilización, no hay nada que se le pueda comparar por su grado de avance y esplendor. De este modo puedo andar por el mundo con la cabeza bien alta, repeliendo la vanidad infinita del prójimo; pero ni eso, solo me limito a ser yo, tal y como me parió esta tierra… Allá cada cual con sus pensamientos, yo apechugo con los míos.
Europa + Latinoamérica + Mediterráneo
Bien, como buen «soberanista» que soy: para mí, la importancia y utilidad del estado español sigue siendo incuestionable. El estado-nación soberano westfaliano es un filtro necesario para protegernos de los abusos, las injerencias, los peligros y las negligencias que puedan infringirnos otros estados, otros supraestados y las mega corporaciones que corretean por el mundo como los ñúes por el Serengueti; aparte de resistir los envites de la propia «antiespaña» —los separatistas «insultadores» y sus tontos útiles—. Al final, la SOCIEDAD CIVIL ESPAÑOLA, «armada» con documentos constitucionales democráticos sólidos, firmes, solidarios, compasivos, incluyentes y garantistas, junto con el poder judicial y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado que aseguran el cumplimiento de las leyes que nos damos, es la legítima detentadora del poder. A partir de ahí, delega hacia lo micro (comunidades autónomas, diputaciones, mancomunidades y ayuntamientos), y hacia lo macro (Unión Europea, y espero que pronto una Liga Mediterránea, una Unión de Países Latinoamericanos, un Sistema Inter-Cosmopolitano, etc.). La línea del poder civil no se interrumpe, únicamente se estratifica y estira, opera a distintos niveles; de este modo los territorios se van articulando y encajando en un puzle mayor —complejo, claro— que reparte y organiza la soberanía hasta llegar a crear estados-continente y entidades políticas con proyección planetaria —como las cosmópolis, que comparo con «sucursales ampliadas de la ONU»—. En el caso particular de la Unión Europea, estoy a favor de una mayor integración de los países que la componen (más unión política, económica, social, cultural, jurídica, militar…) con una condición innegociable, que nunca se le impida a España emprender iniciativas supranacionales con América y con el Mediterráneo —todo es compatible, de manera multinivel y multitasking—; y además, como vengo diciendo todo el tiempo, propongo incluso una capital de nueva planta para la Unión Europea, en el sur, en mi tierra, que sirva de gran revulsivo (económico, cultural, social y ecológico) para toda la región —una urbe con atribuciones múltiples, una cosmópolis—.
Bandera mundial y bandera tricromo
Bien, como buen «globalista» que soy: creo entender la enorme problemática que tiene nuestro planeta con base en los desequilibrios abisales que hay entre unas zonas de la Tierra y otras. Muchos soberanistas y nacionalistas —que tanto miedo tienen, al borde del pánico, que defienden férreamente «las esencias patrias, la pureza y la preservación de la tierra de sus padres»—, deberían apoyar las iniciativas globales/globalistas que planteo por su propio interés egoísta... Si no quieren ser invadidos/barridos por millones de inmigrantes, desplazados, refugiados, no veo otra salida que la de que estos se desarrollen y pacifiquen en sus propios países; y si no quieren ser arrasados por oligarquías globalistas y multinacionales salvajes e ingobernables, no veo otra salida que prevenir sus desmanes, no volviéndonos a encerrar en el estado-nación, contrarrestando su empuje con el mismo juego globalista que estas utilizan, empoderando así a la SOCIEDAD CIVIL GLOBAL organizada, creando estructuras gubernamentales, una expansión de la soberanía que vaya de lo micro a lo macro y viceversa… a ser posible con base en un monumental sistema parlamentario planetario (Democracia Global —ficción «Democracia Global»—). Todo esto, en un plazo de tiempo cercano, no para dentro de dos milenios —razón por la que hay que acelerar el proceso con la ayuda de los centros «acelerantes», valga la redundancia, y sinérgicos cosmopolitanos que planteo—; si otros tienen algo mejor que ofrecer, a la altura del reto y la inminencia de los acontecimientos, están invitados para explicárnoslo con todo lujo de detalles en el «Babylon Festival» a modo de tormenta de ideas. Y al mismo tiempo, esta es la gran ocasión para que los universalistas, los humanistas de pro, los grandes repartidores, los amigos de la igualdad; que sueñan con la eliminación de las fronteras, el bienestar y la calidad de vida para todos los seres humanos —«de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades», como decía Karlitos Marx—, la paz y la concordia en el mundo, la alianza de civilizaciones, los objetivos del milenio y los del desarrollo sostenible (ODS) de la ONU, la Agenda 2030, España 2050, la eliminación del racismo y del machismo, la liberación de la mujer, la protección de las minorías, la gran igualación y justicia social universal, la protección de la biodiversidad y un largo etc.; encuentren el espacio adecuado donde avanzar, es decir, el punto medio, el centro «atractor» que armonice y equilibre estos intereses con los intereses de los amigos de la libertad (libertarios, liberales, neoliberales, minarquistas, anarcocapitalistas…) y los amigos del conservadurismo. Ya sé que es complejo —por supuesto, es una enormidad, qué otra cosa esperabais—; pero lo que no estoy dispuesto a soportar son las soluciones draconianas, reptilianas (acción-reacción, muros, alambradas, ejércitos) o sus contrarias —buen rollito everywhere, buenismo a tutiplén, «refugees welcome», indefinición e inconsistencia política respecto al estado, puertas abiertas incondicionalmente, destrucción de todo lo que huela a «estado patriarcal heteronormativo imperialista capitalista opresor». ¡Uhhh, qué disparatado suena todo!—. Así que aquí os espero en el «Babylon Festival» a todos/todas/todes, tanto a los que se dicen de «izquierdas» como a los que se dicen de «derechas», tanto a los de arriba como a los de abajo, a los idealistas y a los realistas/materialistas, a los liberales y a los iliberales, a los marxistas, a los soberanistas y a los globalistas, a los del Gran Norte Global y los del Gran Sur Global (incluso conseguiremos ablandar el corazoncito del dragón chino), a las mujeres y a los hombres y a les del tercer génere, para escuchar todo lo que tengáis que decir y proponer. Se abre la sesión…, nos divertiremos.
Creo que hay un abismo entre las ideas «soberanoglobalistas» que manejo yo, y las que se manejan en otras latitudes. Busca, compara, y si encuentras algo mejor, secúndalo. Yo no esperaré, si nadie secunda las mías, seguiré pintándolas igualmente, ungiéndolo todo con nácar hasta el día de mi muerte.
Globalismo + Soberanismo
(Ni una cosa ni otra, todo a la vez. Pensamiento Complejo)
«TERRA». Cahetano Beloso
Conclusión general
Día 19 de agosto de 1991 a la hora H en el minuto X, Borís Yeltsin camina entre tanques, soldados y muchedumbres exaltadas, enfrente de la Casa Blanca Rusa de Moscú... «El mundo todavía sigue en orden», medio planeta se cree capitalista y el otro medio comunista… Todo es «normal», ¡sin novedad en el frente! El bien lo encarna el bando al que cada cual pertenece, cada cual sigue creyendo estar en el lado correcto de la historia. Sin embargo, Yeltsin se sube a un tanque en el minuto X+1, pronuncia un discurso, detiene el golpe procomunista y de repente estalla la era de la complejidad. Aquel día muere definitivamente la Unión Soviética, los tanques dejarán de rugir, la población regresará a sus casas, los soldados a sus cuarteles..., se acabó lo que se daba.
Nada desde entonces parecerá firme ni permanente —nada fue nunca firme ni permanente, pero la gente no lo supo, ahora lo descubrirá por fin—, comienza el licuado de las estructuras (Zygmunt Bauman) y el desvanecimiento de las ficciones tradicionales (Harari) que nos anclaban a la «realidad», y le daban a todo una pátina con «apariencia de verdad». Los ya exsoviéticos suspiraban por algo tan simple como una hamburguesa del McDonald con la correspondiente Coca-Cola (¿o era Pepsi-Cola?), querían estatus, estilo, ropas modernas, sofisticación, coches occidentales homologados, casas como las de Beverly Hills, libertad para expresarse, para funcionar, para viajar, para emprender, para decidir, para respirar… CHINA emprenderá el camino del libre comercio y el enriquecimiento capitalista en masa, y nos dirá que en realidad nunca fue «marxista», sino «confuciana» —hasta que deje de serlo— [el Confucianismo es una ficción más —de tantas como hay—, que básicamente consiste en ser feliz siempre que se tenga a alguien por encima al que obedecer y respetar incondicionalmente, es la graciosa filosofía del amor a la jerarquía]. ESTADOS UNIDOS, al verse huérfano del gran contendiente soviético, descubrirá de repente la hipertrofia de su ejército y le buscará ocupaciones variadas para darle sentido a la PAX AMERICANA: unas bases por aquí, una guerrita por allá, una pequeña invasión por acá, una escaramuza por acullá —los índices de paro en USA se dispararían si todos sus soldados fueran licenciados y regresaran al hogar—. En cuanto a mi querida EUROPA, pese a ser uno de los principales mercados del mundo, descubrirá que a fin de cuentas siempre fue una península más de Afroeurasia; las bravas y pequeñas naciones que dieron forma al planeta durante siglos hoy se unen para tratar de salvar a duras penas el costoso y gigantesco «Estado del Bienestar», que sin embargo yo planteo reforzar y extender a todo el planeta. La AMÉRICA LATINA/IBÉRICA/HISPANA descubrirá paulatinamente que era mentira la verdad, que la suma de las partes siempre fue mejor que las partes por separado, que el imperio vive, está presente, y es nuestro legítimo «Destino Manifiesto» porque la unidad nos conviene.
El MUNDO ÁRABE experimentará un choque frontal con la modernidad y la globalización, no será suficiente con rezar cinco veces al día ni creerse la «reserva espiritual» del planeta, ni con exportar petróleo y gas en cantidades industriales durante unas cuantas décadas más, como si no hubiera un mañana..., no a estas alturas; ahora además tiene que ofrecer a sus ciudadanos empleo, calidad de vida, bienestar, paz, seguridad, libertades, esperanza terrenal… Por eso es preciso sentarse a parlamentar; la «LIGA MEDITERRÁNEA» puede ser un buen punto de partida, una buena ocasión para reinventarse. Por tanto, aquí os espero, en el «Babylon Festival».
Nada desde entonces parecerá firme ni permanente (nada fue nunca firme ni permanente pero la gente no lo supo, ahora lo descubrirá por fin), comienza el licuado de las estructuras (Zygmunt Bauman) y el desvanecimiento de las ficciones tradicionales (Harari) que nos anclaban a la “realidad”, y le daban a todo una pátina con “apariencia de verdad”. Los ya exsoviéticos suspiraban por algo tan simple como una hamburguesa del McDonald con la correspondiente Coca-Cola (¿o era Pepsi-Cola?), querían estatus, estilo, ropas modernas, sofisticación, coches occidentales homologados, casas como las de Beverly Hills, libertad para expresarse, para funcionar, para viajar, para emprender, para decidir, para respirar… China emprenderá el camino del libre comercio y el enriquecimiento capitalista en masa, y nos dirá que en realidad nunca fue “marxista”, sino “confuciana” –hasta que deje de serlo– [el Confucianismo es una ficción más –de tantas como hay–, que básicamente consiste en ser feliz siempre que se tenga a alguien por encima al que obedecer y respetar incondicionalmente, es la graciosa filosofía del amor a la jerarquía]. Estados Unidos al verse huérfano del gran contendiente soviético, descubrirá de repente la hipertrofia de su ejército y le buscará ocupaciones variadas para darle sentido a la PAX AMERICANA: unas bases por aquí, una guerrita por allá, una pequeña invasión por acá, una escaramuza por acullá (los índices de paro en USA se dispararían si todos sus soldados fueran licenciados y regresaran al hogar). En cuanto a mi querida Europa, pese a ser uno de los principales mercados del mundo, descubrirá que a fin de cuentas siempre fue una península más de Afroeurasia; las bravas y pequeñas naciones que dieron forma al planeta durante siglos, hoy se unen para tratar de salvar a duras penas el costoso y gigantesco «Estado del Bienestar», que sin embargo yo planteo reforzar y extender a todo el planeta. La América latina/ibérica/hispana descubrirá paulatinamente que era mentira la verdad, que la suma de las partes siempre fue mejor que las partes por separado, que el imperio vive, está presente, y es nuestro legítimo “Destino Manifiesto”, porque la unidad nos conviene. El mundo árabe experimentará un choque frontal con la modernidad y la globalización, no será suficiente con rezar cinco veces al día ni creerse la "reserva espiritual" del planeta, ni con exportar petróleo y gas en cantidades industriales durante unas cuantas décadas más, como si no hubiera un mañana... no a estas alturas; ahora además tiene que ofrecer a sus ciudadanos empleo, calidad de vida, bienestar, paz, seguridad, libertades, esperanza terrenal… por eso, es preciso sentarse a parlamentar; la LIGA MEDITERRÁNEA puede ser un buen punto de partida, una buena ocasión para reinventarse. Por tanto, aquí os espero, en el «Babylon Festival».
El ÁFRICA SUBSAHARIANA permaneció durante milenios separada —en gran medida— de las novedades que circularon por el Mediterráneo (metales, especias, manufacturas, técnicas, ciencias, alfabetos, libros, mitos, poderosos dioses, ejércitos...). El enorme desierto separó en dos el mundo mediterráneo y euroasiático del mundo subsahariano…, hasta las especies animales y vegetales eran distintas; al norte del Sahara la agricultura y la ganadería eran posibles en extensión, en cantidad y en variedad, gracias al clima mediterráneo y el clima templado más al norte. En torno al Mediterráneo las civilizaciones florecieron, colisionaron, compitieron, innovaron, aprendieron unas de otras, y luego se expandieron por el resto de Europa, y esta, más adelante, se expandió por todo el planeta. El África negra mientras tanto contaba con climas y fieras demasiado hostiles (sabanas, desiertos, selvas tropicales y ecuatoriales..., pocos animales domesticables, además de fieros leones, elefantes, hipopótamos, búfalos, cocodrilos…). Tiempo después se topó de repente con las naciones europeas para descubrir el abismo que existía entre ambos mundos. En la era de los descubrimientos y el colonialismo, Europa exploró y colonizó el África Subsahariana, pero al mismo tiempo, fue África la que se descubrió a sí misma. Hoy es el orgulloso continente del futuro (nuestro continente «Madre»).
Cheick Oumar Sissoko, Ministro de Cultura de Mali, de visita en Benamaurel (año 2003), durante nuestras «Fiestas de Moros y Cristianos». Obsérvese nuestra indumentaria cruzada.
El INDOSTÁN sigue siendo para mí una unidad geográfica lógica, que abarca las Maldivas, Sri Lanka, India, Paquistán, Bangladés, Bután y Nepal. Un territorio extenso encajado entre la barrera montañosa más alta del mundo (el Himalaya) y el océano Índico. Puedo entender el encono y la tensión histórica que existe entre estos países —en especial India y Paquistán—, pero forma parte de las rencillas entre hermanos, porque yo así los contemplo, como una familia que se necesita, que no puede darse la espalda hasta el infinito. Y en efecto, cuando pienso en esa grandiosa península afroeuroasiática, con tanta personalidad, llena de historia, tan original, tan bella…, concibo una «proyección cosmopolitana integral unívoca» para ayudar en el desarrollo general de estos países; así que contemplo la llanura indogangética como lo que es, una unidad, un espacio geográfico inusitado de fertilidad y porvenir, un gran eje o corredor que conectará de forma fluida la parte continental asiática bañada por el Pacífico con el resto de Afroeurasia. Por consiguiente, esta parte del mundo está llamada a ser una tierra de máxima proyección. Mi imaginación me transporta hasta allí, hasta esa llanura junto con la meseta del Decán, y pienso en ciudades increíbles, avanzadas, resueltas, pienso en fertilidad y bienestar, en talento y creatividad; y al mismo tiempo en naturaleza exuberante.
"Indostán". Óleo sobre tela, 100 x 100 cm (2020). Tisho Babilonia
En la gran península afroeuroasiática que conocemos como INDOCHINA, y los grandes archipiélagos circundantes que van desde Indonesia hasta Filipinas y Nueva Guinea —el Sudeste Asiático Continental e Insular—... también contemplo una importante intervención cosmopolitana, con la encomienda de tratar de organizar esta enorme encrucijada, que se ubica en el centro de un triángulo colosal formado por las populosas y potentes China e India y el continente australiano —semivacío por el momento—. En este triángulo se concentra más de la mitad de la población mundial, presente y futura, y por consiguiente vengo dedicando mucha atención de artista a estos territorios en el intento de encontrar fórmulas con futuro que resuelvan el conflicto dicotómico que hay entre el propósito de alcanzar altos niveles de vida, de procurar el desarrollo integral del conjunto de la población, y asegurar al mismo tiempo la conservación del entorno medioambiental, la riquísima biodiversidad que hay en esta área geopolítica.
"Hermano Orangután”. Óleo sobre tela, 50 x 50 cm (2018). Tisho Babilonia
En OCEANÍA, por una parte, tenemos archipiélagos en medio del Pacífico con serias dificultades para gestionar la basura, la deforestación, la pobreza y la superpoblación…, y en algunos casos corren el riesgo de desaparecer por la eventual subida del nivel del mar; y mientras tanto tenemos un gigantesco continente-isla como Australia, tan extenso como Europa, pero habitado por unos escasos 25 millones de personas, mientras que solo la isla de Java, diminuta en comparación, apenas unos kilómetros al norte, tiene unos 160 millones o más, algo que no me cabe en la cabeza; no les extrañe pues que con ayuda de «FUHIRE», no muy lejos en el futuro, parte de ese territorio inmenso y cuasi desértico se destine al asentamiento de grandes multitudes; eso sí, con todos los estándares cosmopolitanos macrocientíficos bioconservadores medioambientales, agroecológicos, energéticos, urbanísticos, sociales, culturales, que fijaremos desde el «BABYLON FESTIVAL» en adelante.
La domesticación de los Cíclopes
No quiero acabar, sin mencionar otro de mis temas favoritos. Los tratados internacionales de libre comercio, la informatización, la robotización, los algoritmos, el Big Data, la movilidad del gran capital, la ingeniería financiera, las deslocalizaciones (compañías filiales), así como las grandes infraestructuras con buques portacontenedores, superpetroleros, trenes de mercancías, redes de autopistas, flotas de aviones… fueron sembrando un reguero de rutas comerciales terrestres, aéreas y marítimas, así como multitud de centros fabriles y financieros, comerciales y turísticos por todo el planeta, cual efecto dominó, generando mucho empleo para la abundante mano de obra barata disponible, llevando la industrialización a países que hasta el momento habían vivido de la artesanía, la agricultura, la pesca y la ganadería de subsistencia en entornos rurales precarios y muy poblados sin apenas urbanización. Estalla en efecto la era neoliberal y el supuesto mundo «unipolar» (según Fukuyama), de repente surgirán las famosas maquilas en México y otros muchos países, despertarán los dragones y los tigres asiáticos, las economías emergentes..., en definitiva, la proliferación de los «CÍCLOPES» por doquier —así llamo yo a las grandes corporaciones, las multinacionales/transnacionales, los grandes bancos, los emporios, las megaempresas—, que comienzan a caminar por el planeta a sus anchas. Son colosos insumisos e invencibles, no hay barrera que los detenga, y como solo tienen un ojo no pueden ver la realidad con relieve de forma binocular, no digamos esférica; y por eso ven lo que quieren ver, contemplándonos a los humanes como seres bidimensionales, diminutos y frágiles, como liliputienses —gran error de óptica— débiles, corruptibles, indefensos, atemorizables y manipulables. Primero surgieron los cíclopes norteamericanos y japoneses, los europeos y los coreanos, y todos estos a su vez se fueron instalando en otras áreas del planeta (en América latina, en África, en Asia y Oceanía) acaparándolo todo como si no hubiera un mañana (suelo, biomasa, hidrocarburos, metales, agua...), luego fueron apareciendo más cíclopes en otras naciones (cíclopes rusos, chinos, hindúes, indochinos, latinoamericanos,…), que poco a poco irán llenando el planeta de mercancías low cost, supermercados postindustriales y mcdonaldización; expandiendo la «megamáquina» (Mumford) como una ameba gigante por todo el planeta.
No quiero acabar, sin mencionar otro de mis temas favoritos. Los tratados internacionales de libre comercio, la informatización, la robotización, los algoritmos, el Big Data, la movilidad del gran capital, la ingeniería financiera, las deslocalizaciones (compañías filiales), así como las grandes infraestructuras con buques portacontenedores, superpetroleros, trenes de mercancías, redes de autopistas, flotas de aviones… fueron sembrando un reguero de rutas comerciales terrestres, aéreas y marítimas, así como multitud de centros fabriles y financieros, comerciales y turísticos por todo el planeta, cual efecto dominó, generando mucho empleo para la abundante mano de obra barata disponible, llevando la industrialización a países que hasta el momento habían vivido de la artesanía, la agricultura, la pesca y la ganadería de subsistencia, en entornos rurales precarios y muy poblados sin apenas urbanización. Estalla en efecto la era neoliberal y el supuesto mundo unipolar (según Fukuyama), de repente surgirán las famosas maquilas en México y otros muchos países, despertarán los dragones asiáticos, las economías emergentes... en definitiva la proliferación de los «CÍCLOPES» por doquier (así llamo yo a las grandes corporaciones, las multinacionales/transnacionales, los grandes bancos, los emporios, las megaempresas), que comienzan a caminar por el planeta a sus anchas. Son colosos insumisos e invencibles, no hay barrera que los detenga, y como sólo tienen un ojo no pueden ver la realidad con relieve de forma binocular, no digamos esférica; y por eso ven lo que quieren ver, contemplándonos a los humanes como seres bidimensionales, diminutos y frágiles, como liliputienses (gran error de óptica) débiles, corruptibles, indefensos, atemorizables y manipulables. Primero surgieron los cíclopes norteamericanos y japoneses, los europeos y los coreanos, y todos estos a su vez se fueron instalando en otras áreas del planeta (en América latina, en África, en Asia y Oceanía) acaparándolo todo como si no hubiera un mañana (suelo, biomasa, hidrocarburos, metales, agua...), luego fueron apareciendo más cíclopes en otras naciones (cíclopes rusos, chinos, hindúes, indochinos, latinoamericanos,…) que poco a poco irán llenando el planeta de mercancías low cost, supermercados postindustriales, y mcdonaldización; expandiendo la «megamáquina» (Mumford) como una ameba gigante por todo el planeta.
He pensado mucho sobre ellos, nos engolosinan, nos dan y nos quitan, nos moldean a su antojo —crean modas, hábitos consumistas, suben o bajan los precios…—, nos amandilan y nos ponen a la defensiva (SOBERANISMO). Por una parte, está muy bien la inundación de productos, servicios y energía que nos proporcionan, la agilidad que tiene el mundo de hoy, henchido de hiperoferta, de consumo pletórico y conectividad. Pero, por otro lado, su gigantismo e impunidad se nos antoja incontrolable y peligroso, y desactiva la soberanía de los pueblos; su poder económico es muy persuasivo, entran en los países con impunidad, con gran publicidad, todo lo trastocan y mangonean a su antojo, sin sensibilidad ni criterio que valga... Esos manotazos, esos torpes movimientos, esas zancadas, esa rudeza ciclópea, que todo lo contempla unidireccionalmente/unifocalmente —por la pasta gansa— y lo pisotea todo con un atroz desprecio por nosotros —insignificantes mortales—, simples alcancías andantes listas para desplumar. Con el agravante de que, si se enfadan, en medio de sus trifulcas, nos aplastarán.
Sin embargo, no solo sería estúpido, contraproducente —y posiblemente impracticable— deshacernos de ellos, retornar a una edad preciclópea, desaprovechar su fuerza colosal, el enorme despliegue planetario que han creado, prescindir de su capacidad para servirnos, generar, transformar y transportar materia, energía y biomasa en cantidad; sino que sería temerario, kamikaze, imprudente. No olvidemos tampoco que detrás de estos gigantes hay personas de carne y hueso, accionistas, ahorradores, familias, compatriotas, paisanos, fondos de inversiones, economías nacionales que dependen de ello… No, Ulises se equivocó, debió buscar otra forma de escapar de la cueva, nunca debió cegar al cíclope para inutilizarlo; debió agudizar su proverbial astucia para amaestrar al monstruo y ponerlo a su servicio, sacarle partido.
«TORO GNÓSTICO». Óleo sobre tela, 100 x 100 cm (2019). Tisho Babilonia.
Esta es mi prescripción por el momento —más adelante puede cambiar—: somos más, somos multitudes, tenemos estructuras políticas, civiles y militares, tenemos estados, supraestados y pronto un estado propiamente planetario; así que si los liliputienses podían con los gigantes, nosotros podremos con los cíclopes, y en vez de deshacernos de su dinamismo, de su potencia plástica, de su fortaleza colosal... haremos todo lo contrario, utilizaremos su vigor como en el aikido, doblegándolo a nuestro favor..., los torearemos, los domesticaremos, los refinaremos y humanizaremos; la SOCIEDAD CIVIL PLANETARIA aprenderá a criarlos y pastorearlos [de hecho ya hemos empezado a hacerlo, por ejemplo, el G-20, la UE, EEUU, China, India, la OCDE… —unos 130 países—, están pensando en implantar un impuesto mínimo global del 15% a las multinacionales; algo es algo, un buen comienzo, una decisión histórica]. Crearemos rebaños de cíclopes repartidos por todo el planeta —tantos y con tanta competencia entre ellos que ninguno destaque ni pueda monopolizar—, los diversificaremos y los especializaremos…, serán de todos los tamaños —grandes, pequeños, y medianos cíclopes— para que trabajen por y para nosotros, y nos sirvan, no solo para pertrecharnos a gran escala de todo lo que necesitamos, sino para hacer posible un SISTEMA REDUNDANTE GLOBAL en sintonía con la idea de la «insubordinación fundante» de Marcelo Gullo; que nos provea de energía, infraestructuras, medios, diversidad, eficiencia, salubridad, abundancia frugal, economía circular —contaminación cero—, bien común o procomún (Christian Felber), calidad de vida, ocio y libertad en todos los continentes y/o áreas geopolíticas. Serían una de nuestras grandes herramientas con la que hacer posible la GRAN EMANCIPACIÓN y el GRAN ENSANCHE COSMOPOLITANO que estoy proponiendo a la Humanidad — ficción «Humanidad»— [o no, tal vez llegado a este punto en el futuro el concepto Humanidad deje de ser una ficción metafísica para convertirse en una realidad sustantiva]; a la misma vez que los ponemos a trabajar en la GRAN RECONSTRUCCIÓN MEDIOAMBIENTAL de nuestro planeta; sin perder de vista que este ecosistema de rebaños de cíclopes ha de engranarse a su vez con una tupida red planetaria de prosumidores (productores + consumidores), pymes, autónomos... —el capitalismo desde abajo, según Rifkin—. Y, además, en previsión de estas inquietudes, en el «Babylon Festival» se creará también un «Observatorio de Cíclopes» para empezar.
«PAIDEUMA GAIANO». Mano Supersapiens.
Por consiguiente, creo que es posible encontrar una solución al Trilema de Rodrik, apenas es cuestión de sentarse a pensar y dejar volar la imaginación, profundizar en el «PENSAMIENTO COMPLEJO» y en la «DIALÓGICA» de la que nos habla Edgar Morin. La SOBERANÍA NACIONAL WESTFALIANA no tiene por qué estar en peligro si la estiramos, si la hacemos ESCALABLE hacia lo micro y hacia lo macro..., un planteamiento que suelo denominar «PAIDEUMA GAIANO» —un tema que espero desarrollar más adelante—, que estructuro en cinco ámbitos, niveles o «cercamientos apotéticos» —así los llamo yo—: (1) TELÉPOLIS (concepto tomado del filósofo Javier Echeverría), (2) POLIS (política, municipios y regiones), (3) METRÓPOLIS (metropolítica, estados, supraestados), (4) COSMÓPOLIS (cosmopolítica, Noosfera, planeta), y por último, más adelante en el futuro, (5) ECUMENÓPOLIS —para cuando nuestra especie se despliegue por el espacio exterior—. En definitiva, replanteando aquella famosa frase de Guille Clinton, advertiré: «ES LA DIALÓGICA, ESTÚPIDO; NO LA DIALÉCTICA».
«Atractor Gaiano». Propuesta escultórica.
En todo momento ha de prevalecer la soberanía de la SOCIEDAD CIVIL GLOBAL autoorganizada mediante sistemas gubernamentales estatales que vayan de lo micro a lo macro y viceversa, en donde tendrá encaje y sentido la herencia westfaliana (estados-nación), en combinación con la idea de los estados-continente que menciona Marcelo Gullo, y mi idea de las «cosmópolis», sedes gubernamentales multinivel/multitarea, que atenderán la gobernanza global o estado planetario, en el que ya deberíamos estar pensando —de hecho Josep Colomer nos brinda algunas ideas para debatir, en sus libros Democracia y Globalización y El Gobierno Mundial de los Expertos, en los que nos habla de tres niveles: un nivel infraestatal con democracia participativa más directa, un segundo nivel estatal con democracia representativa, y un tercer nivel continental y global compuesto por expertos—. Como digo, todo está por inventar, ni la DEMOCRACIA LIBERAL ni la SOBERANÍA NACIONAL tienen por qué peligrar si implementamos un modelo de GLOBALIZACIÓN inteligente y útil, gaiano y humanista, que sepa aprovechar a nuestro favor la turgencia, el vigor, la fuerza colosal de los CÍCLOPES. HE DICHO…
Pero claro, esto no son dogmas de fe, solo son ocurrencias silvestres de artista plebeyo, que deseo contrastar con el aporte y la opinión de los demás. Mejor lo discutimos en el «Babylon Festival» (en Benamaurel), ¿no?
Punto final
Y tras este somero y divertido alegato/descargo/repaso —de diez capítulos, tantos como los dedos de mis manos—, me pregunto: ¿QUÉ SERÁ DE NOSOTROS Y DE NUESTRA CANICA AZUL? ¿Qué nos queda entonces? Pues yo creo que HACER DE LA GLOBALIZACIÓN NUESTRA BANDERA, LA NUEVA MEGAFICCIÓN.
¡LA UNIDAD NOS CONVIENE!
¡MUNDO QUERIDO, AYÚDAME!
–FIN–
Todos los posts publicados sobre el tema.
Consúltense para completar la lectura:
Mi Bandera (Múltiple) 1
Mi Bandera (Múltiple) 2
Mi Bandera (Múltiple) 3
Mi Bandera (Múltiple) 4
Mi Bandera (Múltiple) 5
Mi Bandera (Múltiple) 6
Mi Bandera (Múltiple) 7
Mi Bandera (Múltiple) 8
Mi Bandera (Múltiple) 9
Mi Bandera (Múltiple) 10
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