Categoría: Democracia Global
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El 25 de mayo de 2011, 10 días después del estallido de indignación popular que tuvo lugar en España, llamado Movimiento del 15 de mayo o 15-M, intenté leer el siguiente escrito en la asamblea de la Plaza del Carmen de Granada; pero fue imposible, porque sólo se permitían intervenciones de 3 minutos como máximo, debido a la gran cantidad de participantes. Yo como buen demócrata acaté las normas de la mayoría, por eso ahora años después, como homenaje a la efeméride, y para que quede constancia, lo comparto por primera vez. Esta es mi contribución al Movimiento 15-M:

 

EL MOVIMIENTO DEL 15-M HA VENIDO PARA QUEDARSE

¿Qué ha ocurrido para que hoy la “juventud” salga a tomar las plazas? Aunque nos cueste creerlo, se debe a que los españoles han estado haciendo las cosas bien en las últimas décadas.

 

¿Qué pasa cuando en un país se redacta un documento equilibrado, incluyente, solidario, humanitario; con el propósito de crear un marco elemental de convivencia, unas reglas del juego democrático imprescindibles, donde las personas de bien quepan, convivan, prosperen en paz y armonía; como fue la Constitución de 1978? Lo que se consigue es una sociedad mejor, más madura, más próspera, no sólo en lo material sino en lo cultural y en lo social; se hace más dueña de su destino, más libre, más consciente. Por eso mismo, bajo el amparo de este documento prodigioso, teniendo en cuenta de dónde veníamos, no puede extrañarnos que hoy se tomen las plazas. La gente, nuestros ciudadanos, han crecido confiando en ese legado, y ahora reclamamos el ejercicio pleno de la soberanía prometida.

 

Asistimos al maravilloso espectáculo de la democracia real, las ágoras abiertas de par en par. La ciudadanía ha salido a la calle estos días, alentada por los jóvenes. Hemos visto escenas prodigiosas, multitudes pacíficas palpitando al unísono, en armonía; corrillos intercambiando opiniones, ciudadanos de toda condición empuñando por primera vez un micrófono, y expresando su opinión, desahogando sus pesares, aireando sus cuestiones, sin miedo, sin coerción. Hemos visto pancartas que expresan las ideas de muchos, llenas de sentido común y de frescura. Y sobre todo hemos visto, prácticas deliciosas de auto-organización: aquí la intendencia, la cocina, la guardería, los dormitorios, la biblioteca, los abogados, los de comunicaciones, los moderadores, las comisiones de trabajo... Una eficiente organización horizontal en red.

 

Todo re-evoluciona, y los sistemas que nos damos a nosotros mismos, también, por supuesto. Desde la muerte del dictador, los españoles nos dimos un sistema basado en principios democráticos universales. Construimos un sistema de partidos inspirado en algunos modelos europeos conocidos, como el alemán y el italiano. Después, abundamos en estos principios: creamos parlamentos autonómicos para estar más cerca de la gente, para conocer y responder mejor a sus problemas cotidianos, hacia lo micro. Paralelamente re-evolucionó la idea que teníamos de Europa, y también emprendimos un cambio en la otra dirección, hacia lo macro; y participamos en la construcción de la UE, nos dotamos de un Parlamento Europeo, para coordinar políticas de desarrollo y cohesión en la Unión. Entre otras cosas porque necesitábamos proteger un marco común de relación entre los diferentes estados miembros posmodernos, para no sucumbir a los vaivenes de la globalización, para poder competir en un mundo multipolar emergente, basado en el “neoliberalismo”, por tanto, bajo las reglas salvajes del mercado. Asistimos al fin de la Guerra Fría, porque el otro contendiente, el comunismo de estado se mostró inoperante, empobreció y esclavizó a las multitudes, las privó de lo más elemental: la libertad. Pero hoy estamos aquí asistiendo también a la crónica de otra muerte anunciada, la muerte del neoliberalismo, el otro contendiente de la guerra fría. El sistema capitalista tal como lo hemos conocido hasta ahora, acaba de morir aquí.

 

¿Qué está pasando hoy en las plazas? Esto no es meramente una expresión espontánea de descontento general, como reacción a los últimos acontecimientos mundiales y nacionales, no es una mera protesta contra la situación de crisis y paro generalizado a la que nos ha llevado el lado perverso y oscuro de la democracia que nos dimos, es decir: la “partidocracia” u oligarquía de los partidos, en connivencia con los bancos y las multinacionales, y los demás organismos cómplices (FMI, BM, OMC…). Lo que aquí ocurre, ni siquiera es un gesto de indignación colectiva. Es mucho más que eso. Aquí estamos creando las bases de un mundo nuevo, estamos debatiendo sobre nuestro destino común, sobre nuevos modelos de democracia, no sólo para nuestro estado nacional, sino para todo el planeta, reflexionamos sobre la suerte de nuestra especie. Porque hoy, lo que pasa en cualquier parte del mundo nos afecta a todos. Se trata de un nuevo imperativo, EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD CRECIENTE.

 

El 15-M ha venido para quedarse y exportarse más allá de nuestras fronteras, porque tiene una ingente misión, y a nadie le debe extrañar. El siguiente paso es la DEMOCRACIA REAL, el nuevo avatar político y social. Esto no ha hecho más que empezar, asistimos a un hito histórico y nosotros somos los genuinos protagonistas. Los que hoy están en las plazas, mañana nos gobernarán. Lo que aquí se está viviendo, la atmósfera que aquí se respira, las consignas coreadas, marcarán el devenir de las cosas. Que nadie cometa el error de subestimarnos, que nadie cometa el error de apalearnos y de expulsarnos, porque somos el producto de los sueños de nuestros padres: somos la juventud más libre, más informada y capaz, más culta y consciente, más dueña de nuestro destino. La generación más preparada de todos los tiempos.

 

La desconfianza en la clase política, en la banca, y el mercado, no significa su negación o la renuncia definitiva de estos instrumentos, sino que, como cualquier herramienta, debemos modernizarla para que trabaje a nuestro servicio, en aras del bien común, para hacernos más libres y no al contrario. Hoy está en tela de juicio todo el sistema, se presenta ante nosotros la responsabilidad de reinventarlo. Otro mundo ya es posible.

 

La tarea es ingente:

 

1. Tenemos que redactar nuevas cartas magnas, que rijan un mundo más complejo pero humanizado, que respondan a muchas expectativas con las que antes no se contó (la globalización, la era de la información, el ecologismo, el feminismo, la emigración masiva, la superpoblación… Documentos sagrados por tanto que protejan a la humanidad y al planeta.

 

2. Tenemos que inventar formas de gobierno transversales más evolucionadas, más participativas, que vayan de lo micro a lo macro y viceversa. El desafío pasa inevitablemente por mayores niveles de democracia real y/o directa, por la separación real de los poderes públicos, por reformas electorales, más transparencia y control en la gestión de nuestros representantes, menos corrupción.

 

3. Tenemos la responsabilidad de inventar un nuevo modelo económico y financiero mundial más humano, menos devastador. Acabar con los paraísos fiscales y la impunidad de las grandes corporaciones, así como los desmanes de la especulación financiera, y los enormes privilegios de algunas minorías.

 

4. Necesitamos trasladar la democracia real y sus ventajas a todos los rincones de la Tierra. Afianzar y exportar el estado de bienestar, construir mecanismos eficaces de redistribución del trabajo y la riqueza, y expandir una cobertura social universal. Es inadmisible el régimen de esclavitud y de pobreza a que está sometido gran parte del mundo, y por eso tendremos que empezar a pensar en un auténtico Gobierno Mundial que vaya más allá de las instituciones internacionales actuales, basado en valores y principios éticos humanitarios, solidarios y compasivos. Antes de que los “fundamentalistas del mercado” (según Joseph Stiglitz) nos impongan, de forma irreversible, su modelo de gobierno mundial salvaje.

 

5. Necesitamos darle la vuelta al tinglado mundial de la energía, acabar con el efecto infernal de los combustibles fósiles, y los riesgos de la energía nuclear. Si no damos el salto definitivo hacia las renovables, el hidrógeno y la fusión, las generaciones futuras no nos lo perdonarán. Lo sorprendente es que sabemos cómo hacerlo, la tecnología está en curso. Necesitamos reducir el impacto de la huella humana en la biosfera, detener el ecocidio, regenerar el medioambiente planetario, subvertir la inercia destructiva bajo la consigna de CONTAMINACIÓN CERO.

 

6. Debemos instalar la paz perpetua (Kant), una auténtica “PAX UNIVERSALIS”. Eso pasa por la revisión de las razones bélicas de estado, de la industria armamentística y sus apologetas, así como de la persecución de los regímenes díscolos, los genocidas y los movimientos terroristas.

 

7. Debemos propagar el acceso democrático al conocimiento y por tanto al libre-pensamiento, y por ende hacia mayores niveles globales de sensibilidad, cultura y espiritualidad, por tanto de COCIENCIA. Precisamente el pensamiento en red es la gran novedad revolucionaria, porque desactiva los excesos, los abusos y las tentaciones de las jerarquías piramidales, las ideologías y las disciplinas de voto.

 

Éste es el acontecimiento histórico más grande e impactante que se ha vivido en España desde que empezó la democracia, su importancia reside en su valor potencial, en sus promesas. Está en juego el destino político, económico, medioambiental, energético, social, cultural, y espiritual, de los españoles y de la humanidad. Porque el espíritu del 15-M prevalecerá y se exportará a todos los rincones de la tierra, ha venido para quedarse. No es más que el inicio de importantísimos acontecimientos futuros, que derivarán hacia el advenimiento de un avatar planetario mayúsculo, feliz y hermoso. La especie humana es el problema y también la solución.

 

Claves para entender el movimiento 15-M. 
Keys to understand 15-M (English Subs)

 

¡ULTREIA! OS SALUDO. 

Tisho Babilonia. 25 de mayo de 2011, Granada (España).

POST SCRÍPTUM

Este episodio de nuestra historia reciente da idea de nuestra madurez democrática, de nuestra comprensión de los problemas del mundo actual. En todo momento fue un movimiento pacífico, más reflexivo y deliberativo que reivindicativo. Sobre todo, fue espontáneo y plural, era la ciudadanía con su diversidad la que salió a dialogar a las plazas, a expresar en voz alta todos los aspectos sombríos de nuestro sistema, sus imperfecciones, sus abusos, perversiones y vicios. En ningún momento se actuó contra el sistema, no se asaltó ninguna Bastilla, ni ningún Palacio de Invierno, no sobrevoló ninguna ideología (de hecho ninguna fuerza política del antes y el después tiene derecho a arrogarse el monopolio de aquel grito colectivo, pierde el tiempo), ni se propuso (de forma irresponsable) el derrocamiento de nada en particular; en todo caso se criticó o se arremetió contra el lado inhumano de un sistema cada vez más ajeno a los problemas de la gente, una fábrica de precariedad social y laboral, de indignación, regido por leyes cada vez más impersonales (el mercado, las finanzas, el poder abstraído...), que vacían de contenido el verdadero cometido de la democracia y de la convivencia: el gobierno propio del pueblo, el gobierno de los más, de los comunes, por y para el bien de todos. Algo que lejos de ser un tópico es más bien una perenne declaración de intenciones.

 

La solidez de aquel clamor popular, su madurez, su lealtad consigo mismo, con la sociedad del que emanaba, y con los cimientos esenciales de la democracia, sorprendió a todo el mundo, a los gobernantes, a las fuerzas de seguridad, a la prensa, y a la opinión pública internacional. Y dejó en evidencia a sus detractores... se trataba de un ejercicio de regeneración y de normalidad democrática (un paso más en esa dirección), y sobre todo un antecedente del futuro que viene, un prolegómeno. Puesto que lo que nos espera es más de eso, más reflexión, pensamiento en red, horizontalidad, omnisciencia, humanismo, sensibilidad, empoderamiento de la Sociedad Civil, calma y buen tiento ante los problemas presentes y futuros, más responsabilidad, y, por último, un rechazo incondicional al sentimiento de derrota y de fracaso de nuestra especie.

 

Fotos: Plaza del Carmen de Granada. Mayo de 2011:

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