Categoría: Democracia Global
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LA DEMOCRACIA NO ES UNA ELECCIÓN (2)

Ya conocemos “por fin” la verdadera faz de lo que sería un Estado Islámico medieval puro, un Califato trasplantado al siglo XXI (según el calendario gregoriano) o al siglo XV (según el calendario musulmán), en medio de móviles, armas automáticas, ordenadores con wifi, tanques y lanzamisiles... Esto no distaría mucho de un hipotético Imperio Carolingio medieval (por ejemplo) en pleno siglo XXI con el acceso a todos los juguetitos electrónicos y mortíferos que tenemos…

Muchos cristianos me dirán, que al menos Jesucristo (s.a.s.) no predicó nunca la violencia, y que sin embargo en el Corán se autoriza explícitamente la “guerra” contra el infiel; pero yo añadiría que cada cual ve lo que quiere ver y entiende lo que quiere entender, sobre todo en relación a los textos sagrados que se escribieron en el amanecer de la historia, cuando no teníamos ni idea de lo que era superpoblar un planeta con más de 7.000 millones de seres humanos.

 

Este emergente fenómeno aterrador, el autoproclamado Estado Islámico (EI) también conocido como ISIS o Dáesh, recuerda vivamente las tropelías de muchos regímenes totalitarios e incluso democráticos de la historia, en su versión más salvaje y sádica (si es que eso tiene cabida). Recuerda, por ejemplo, los tiempos más crudos del Tercer Reich, o la expansión japonesa por el Pacífico (1937-1945), los Jemeres Rojos camboyanos de Pol Pot, las purgas de Stalin, –puedo seguir–… los tiempos gloriosos del imperialismo europeo desplegando allende de los mares su garra infernal mediante corazas y yelmos, virus patógenos, caballos, mortíferas armas de fuego, y las artimañas militares propias de siglos de experimentación en los campos de batalla de Europa… podemos pensar en las intransigentes inquisiciones tanto católicas como protestantes y en las guerras de religión, en los “aquelarres” sangrientos de los Mexicas que en algunas festividades rituales llegaban a extraer en unas cuantas jornadas los corazones de miles de guerreros enemigos cautivos como ofrenda a Huitzilopochtli… la brutalidad de las cruzadas, las ordenes de monjes guerreros como los templarios europeos o los jenízaros otomanos, la devastación de Atila y las arrolladoras hordas mongolas de Gengis Kan, la destrucción exhaustiva y total de Cartago por los romanos, la monumental salvajada étnica de Ruanda, o de la Ex-Yugoslavia… las bombas de napalm, las corta-margaritas, y las atómicas…

 

La galería de los horrores es infinita, podríamos enumerar un sinfín de atrocidades de grande, mediana y pequeña intensidad realizadas por la especie humana desde que tenemos crónicas escritas, y ahora testimonios audiovisuales. La barbarie humana es inconmensurable y apocalíptica, llega a todas partes, está en todas las mentes instalada (en estado latente). Hay brutalidad y terrorismo de estado, brutalidad policial y militar, brutalidad de naturaleza religiosa, brutalidad nacionalista, étnica, racial, de grupos, de clanes y familias, de maras, de narcos y sicarios, de mafias, de ejércitos privados mercenarios, de fascistas y antifascistas, de asesinos en serie, brutalidad doméstica, de género, de sexo… hay bullying escolar, hay xenofobia, hay homofobia, hay terrorismo financiero y empresarial, psicopatías de todo orden… en definitiva: HAY PERSECUCIÓN DE MISERABLES CONTRA MISERABLES (Víctor Hugo) desde la noche de los tiempos.

 

El resultado de hostigar, de instigar, de azuzar, de alimentar el odio, la venganza y la destrucción ya lo conocemos: PRODUCE MONSTRUOS. Tenemos escuelas en todos los rincones del planeta, tenemos agencias de inteligencia que viven por y para eso, tenemos literatura y sesudos expertos, tenemos púlpitos, tarimas y atriles, plazas, estadios y parlamentos donde escupir nuestras obsesiones más malvadas delante de las muchedumbres, tenemos tribunas mediáticas de todos los colores y ahora además tenemos Internet.

 

El Estado Islámico es “coherente”, está haciendo gala y ostentación de lo anunciado (la llegada del Califato para el S XXI), no hacen más que aplicar los dictámenes de la Sharia y los del Corán, según su “compasiva” interpretación. No hace falta que os recuerde que estos chicos, en realidad, viven y actúan en consecuencia con su conciencia y sus creencias, y que no sienten el más mínimo remordimiento, puesto que tras estas “piadosas” acciones les aguarda el paraíso. Lo que era una sospecha, ahora es una realidad constatada: la instauración del Califato comporta la conversión forzosa al Islam o la muerte, anuncia impunidad para los yihadistas (soldados) de Allah (loado sea), anuncia intransigencia, intolerancia y absolutismo, pero sobre todo violencia y crimen en cantidades industriales, gratis y panorámica: amputaciones de manos, flagelaciones, lapidaciones, ahorcamientos, crucifixiones, decapitaciones, fusilamientos en masa… rebaños de niños adoctrinados para el combate, ablaciones del clítoris en masa, violaciones en masa, esclavitud y sometimiento en masa… y la vida eterna en el paraíso para los mártires, en un cielo repleto de huríes solícitas y formidables banquetes.

Léase más: Sobre la brutalidad del Estado Islámico.

 

La fuente de las mujeres” - Conversación sobre el velo. Película dirigida por Radu Mihaileanu. 2011.

 

No creo que haga falta que os recuerde que este nuevo ente que ha aparecido en medio de Siria e Irak A FUERZA DE INVOCARLO, ya está aquí, ya ha tomado cuerpo, por fin se ha materializado para satisfacer las plegarias de muchos millones de mentes insatisfechas y resentidas, que para salvar su “superioridad” moral y espiritual, aunque más bien parece victimismo y complejo de inferioridad, y vencer su angustia producida por el choque contra la modernidad y el omnipresente Occidente; necesitaban recuperar una entelequia (el Califato) olvidada en el baúl polvoriento de los recuerdos, para revivirlo a modo de zombi megalómano, y que nos someta a todos. Pues bien, ya lo tienen aquí, el cachorro va camino de convertirse en la bestia adulta que tanto han predicado e invocado en los mítines teologales, en las madrazas (escuelas coránicas) y las mezquitas de ciertos lugares, en las arengas incendiarias, que presentaban a Occidente como una satánica influencia, el enemigo a batir.

 

Presiento que ahora, esos mismos, comienzan a horrorizarse de la pavorosa bestia tan largamente anhelada e invocada, el mismo Irán chiita y teocrático se está replanteando su punto de vista antagónico hacia los suníes moderados de Irak –sus eternos enemigos– y hacia los Estados Unidos y Europa, al intuir, que el EI representa una amenaza mayor, porque puede traspasar sus fronteras fácilmente y extenderse como un reguero de pólvora fanatizada por el corazón de sus ciudadanos, minando la “sojuzgada” estabilidad de sus instituciones. El colmo de la desfachatez lo escenificó hace algunos días el rey Abdullah de Arabia Saudíya fallecido–, cuando expresó su preocupación al respecto, advirtiendo que el terrorismo del EI llegará en un mes a Europa y en dos a Estados Unidos si nadie hace nada para impedirlo, insinuando veladamente con ello, suplicando más bien, la llegada de los occidentales “mamporreros, macarras, apagafuegos”, con sus ejércitos, para resolver el problema; dicho por un rey feudal absolutista que auspicia el Wahabismo (o Salafismo) en su país, una de las corrientes más fundamentalistas, extremistas y medievalistas del Islam Sunita, que predica todavía el ojo por ojo, la yihad más fanática y el odio visceral al occidental. Bin Laden que procedía de esta rama, incluso rechazaba a estos chicos del EI por su exceso de celo y agresividad. El mismísimo Profeta Muhammad (s.a.s.) –Mahoma– se escandalizaría de la criatura, de este Frankesntein construido a base de retales ideológicos, anacronismos, petrodólares, frustraciones colectivas y odio. Algún día incluso la CIA y el MOSAD tendrán que darnos explicaciones, por haber ayudado también en el proceloso parto.

 

Cuántas veces se ha vendido a las multitudes incendia-banderas, encolerizadas, en los mítines de las plazas, en las madrazas y mezquitas, la imagen de Occidente en forma de Satán, cuantas veces se ha repetido hasta la saciedad la necesidad de someter a los infieles y pecadores occidentales, de aplastarlos, para extender sin obstáculos la excelsa, bien amada y misericordiosa fe en Allah (loado sea). A modo ilustrativo, se me ocurre un fragmento de la película de “El Perfume” –la apoteósica escena final en la que llevan al patíbulo al salvaje perfumista, y éste los embriaga con su poción–, son escenas elocuentes que evocan las mismísimas Sodoma y Gomorra bíblicas, que explicitan cómo han presentado e insultado a los occidentales en muchos cenáculos integristas radicales musulmanes: como cerdos promiscuos, como bestias sin alma, sin principios, ni decoro, ni amor, ni compasión, ni contención, ni temor de “Dios”; así los han ridiculizado y comparado, así los han presentado en contraste con “la belleza civilizatoria musulmana, la gran alternativa al Occidente depravado”. Han despotricado de la democracia y de sus procesos históricos, la han abucheado y ridiculizado como si se hubiera parido un monstruo demoníaco, por cosas como estas: la abolición de la esclavitud, la secularización del estado o la laicidad, la separación de poderes, la igualdad ante la ley –hecha por seres humanos, no por “Dios”–, la igualdad de género, la libertad de expresión, de culto y de creencias, el respeto a la orientación sexual, los derechos civiles, el asociacionismo... Por no mencionar los Derechos Humanos, esa parábola profana de los tiempos modernos, esa sabia argucia inventada por los indefensos y los mansos, para protegerse de los poderosos y los abusadores: la mayor arma de destrucción masiva de prejuicios, supersticiones, regímenes obsoletos, impunidades y extorsiones de la historia. Y por no mencionar la clave fundamental de la democracia, poder echar a la calle por medio de los votos, sin traumas ni derramamientos de sangre, al gobernante que nos decepcione.

 

¿Qué pasará ahora, cómo podrá el mundo encarar esta desafiante INTERNACIONAL YIHADISTA, esta oleada de locura infernal? Hay muchas partes implicadas que son culpables y responsables de este engendro, por acción u omisión. Hablaré de algunas:

 

OCCIDENTE. Los primeros, por sus invasiones repetidas, por su imperialismo histórico y contemporáneo, disfrazado de mil maneras, por su prepotencia e insensibilidad hacia el Islam y las naciones árabes, por su sed de petróleo y su pragmática injerencia… Por su tradición antisemita que persiguió a los judíos hasta el punto casi del exterminio, y, por tanto, por su ulterior complicidad (para lavar su conciencia) fomentando y sosteniendo la creación del estado de Israel, un terrible órdago en medio de las naciones árabes... Por sus torpes políticas asimiladoras en el seno de su sociedad, de los inmigrantes procedentes de las antiguas colonias; por la discriminación sufrida por los hijos de éstos, instalados en los estratos más bajos y marginales, privados del sueño occidental y de su insultante opulencia, creando bolsas de desesperación y exclusión, verdadero caldo de cultivo para el yihadismo internacional y el odio a lo occidental.

 

ISRAEL. Un estado dispuesto a agarrarse a un clavo ardiendo, y permanecer a base de hechos consumados en la tierra de Sion, sembrando de cizaña el polvorín de alrededor. Su situación es la más peliaguda de todas, la más comprometida. Yo me pregunto, cuánto tiempo soportarán, cuánta presión, hasta lanzar su primera cabeza nuclear en la zona, o su definitivo ataque final hacia los pobres palestinos –la temida “solución final” que tantas connotaciones tiene–. ¿Qué haremos los demás para detener esta locura? El destino de Israel y de Palestina es terrible, si no buscamos una entente y una pacificación duradera, consentida por todos, en medio de la dolorida Tierra Prometida, regada con sangre desde la noche de los tiempos.

 

IRÁN. Algunos de mis amigos iraníes, me dicen que el régimen político actual, vigente desde la Revolución Islámica chiita de 1979, ha entrado en fase de decadencia y que ya sólo la mitad de la población simpatiza con el modelo. Me dicen que hay un gran desencanto, fundados anhelos de aperturismo y verdadera “democratización”. Entrecomillo esta palabra, porque el régimen de los ayatolás se considera a sí mismo perfectamente democrático: hay un parlamento con 290 miembros, una asamblea de expertos de 88 clérigos, y un presidente, que se pueden elegir mediante sufragio universal; la nota de color teocrático la da el hecho de que por encima de todo esto, hay un gobierno paralelo en la sombra, no electo, que vela por el sostenimiento de la moral conservadora basada en los fundamentos chiitas del Islam, compuesto por un Consejo de Discernimiento de 51 miembros, un Consejo de Guardianes de la Revolución de 12 miembros y un clérigo como Líder Supremo vitalicio, con plenos poderes. Estamos ante un tipo de democracia muy original, cuyo modelo no se inspira ni en la Ilustración ni en las innovaciones emanadas de la Revolución Francesa, ni en el modelo democrático liberal, sino en la interpretación del Corán. La República Islámica de Irán es una variante moderna de califato chiita. La cuestión es, ¿hasta cuándo un baluarte de pureza religiosa medieval en medio de un mundo globalizado será sostenible, hasta cuándo aislar del resto del mundo a 80 millones de iraníes precintándolos monacalmente será sostenible –ni cine, ni prensa occidental, ni entretenimientos, ni parabólicas, ni televisión laica, ni rastro de libertad de expresión–, hasta cuándo estrangular los derechos y libertades de la mitad de la población será sostenible, y hasta cuándo utilizar a Occidente y a Israel como causa de todos los males y como enemigo abominable, colará en el inconsciente colectivo, será creíble como estrategia, para mantener la unidad en torno a su clérigo supremo? El mundo no puede concederles el deseo de poseer bombas atómicas, porque tiene sobradas razones para desconfiar, y de hecho lo ideal sería desarmarnos todos. Amar a la humanidad implica aceptar sus intrigas, pero también minimizar en lo posible sus tentaciones apocalípticas.

 

“La fuente de las mujeres” - El Islam habla de amor y vida, de conocimiento. Radu Mihaileanu.

 

EGIPTO Y TURQUÍA. A pesar de que el país con más población musulmana es Indonesia con más de 200 millones de personas, seguido de Paquistán, India y Bangladesh; Egipto es uno de los países con más peso en el seno de la comunidad musulmana sunita –la rama más numerosa del Islam–, por tanto tiene un importante rol que desempeñar en la modernización de la civilización musulmana y en la normalización del juego democrático y los derechos humanos, inspirando con su ejemplo, a muchos países del entorno con menos vocación parlamentaria. Tarde o temprano, tendrá que reabrirse el diálogo democrático real, interrumpido por el golpe de estado de 2013 en circunstancias delicadísimas, y la reincorporación de los partidos políticos islamistas, si antes éstos, interiorizan con sinceridad la esencia de la democracia y abandonan la interpretación radical medievalista de la religión; es decir, si hacen compatible Islam con pluralidad, Democracia, Derechos Humanos, y modernidad. Turquía, aunque no es un país árabe, es por excelencia la democracia más sólida y convincente dentro del panorama musulmán de la zona, debe profundizar en esta dirección, en el laicismo real, y en la aventura de inspirar modelos de partidos islamodemócratas como el de Tayyip Erdogan, siempre y cuando no retrocedan en ciertos puntos fundamentales de la democracia, como la libertad de expresión y la igualdad plena de la mujer con respecto del hombre… 

Nota: En los últimos años el gobierno de Erdogan ha emprendido una deriva autoritaria y personalista que lo aleja de las buenas prácticas que la democracia aconseja.

 

LAS SATRAPÍAS Y DEMÁS BALBUCEANTES “DEMOCRACIAS” ÁRABES. Algunas veces he pensado, con cierta sorna –lo reconozco–, que el grado de democratización y avance de un país se puede medir por el número de carteles, efigies y estatuas repartidas por carreteras, plazas y calles, mostrando la figura del gobernante que tengan –un monarca, un presidente, un clérigo…–, algo parecido al Índice Big Mac pero respecto al grado de gobernanza autoritaria. Los países árabes no podrán eludir el proceso de globalización en el que estamos inmersos –la Primavera Árabe así lo atestigua–, no podrán eludir el aumento de conocimiento y educación de sus pueblos, la interconexión con el resto del mundo, no podrán zafarse de las demandas de libertad y de participación en la toma de decisiones de la población, y no podrán eludir la separación de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), por tanto la secularización del estado, en el que la religión queda al margen de la gobernanza. Esto hasta ahora había sido conceptualmente incompatible con la Sharia y el Islam, puesto que si por algo se caracteriza la tradición política islámica es por la unión de los poderes en una sola figura política, judicial, religiosa y hasta militar: el califa. Precisamente lo mismo que reivindica el EI, aunque ya estamos viendo el resultado.

 

No me cansaré de repetir que LA DEMOCRACIA NO ES UNA ELECCIÓN, SINO UN ARMISTICIO INTELECTUAL ENTRE TODAS LAS FUERZAS CONCURRENTES, UNA CLAUDICACIÓN A CAMBIO DE LA PAZ SOCIAL, algo que se puede conseguir, llenando los parlamentos con variedad, partidos de todos colores, siempre y cuando, acaten las reglas del juego democrático –y por extensión los Derechos Humanos– fijadas sólidamente en documentos constitucionales. Los países pueden salir de la superstición y la incultura, pueden salir del clericalismo, del atraso, del aislamiento, del subdesarrollo, pueden generar y repartir riqueza, pueden superar sus conflictos más enquistados, y pueden abrirse al mundo con curiosidad y sin miedo, mi país –España– lo hizo, ¿por qué no los vuestros?

 

El mundo necesita sociedades satisfechas con riqueza y bienestar, sociedades abiertas, cultas, librepensadoras, tolerantes –pero intransigentes con la violencia y el extremismo retrógrado–, sociedades igualitarias, plurales, integradoras… Necesita a las mujeres –el otro 50 % de la población– a pleno rendimiento con todas las garantías y derechos. Necesita el respeto hacia las minorías del tipo que sean. Esto no es tan difícil, las principales tradiciones filosóficas y religiosas lo proponen, el Islam también. La Democracia, los Derechos Humanos y el Islam son compatibles por tanto, basta con escuchar a los eruditos que lo predican, y retirarle la credibilidad a los que proponen opciones obsoletas, que sólo nos conducirán a la confrontación.

 

LA CIVILIZACIÓN MUSULMANA. Es para mí en efecto, la más bella civilización de nuestro tiempo, comprendo su resistencia a la “modernidad” de corte occidental, ésta es una reflexión largamente incubada, algo de lo que hablaré en futuros escritos. Sin embargo, considero que este importante grupo humano está profundamente afectado por un sentimiento de pesimismo y derrota, que arranca posiblemente desde la pérdida de Al-Ándalus en adelante, cuando Europa tomó el testigo, la antorcha de Prometeo, y el Islam se ensombreció perdiendo el volcánico vigor que le caracterizó durante más de 8 siglos. En esta época, la cristiandad se reencontró con la sabiduría del Mediterráneo, transmitida y acrecentada por el Islam, reencontró a los clásicos grecorromanos y todo el saber oriental, y abandonó la Edad Media para experimentar un profundo renacer, por medio del Humanismo promovido por humanes sabios y reformadores que tocaban todos los palos del saber (Petrarca, Leonardo, Galileo, Vasari, Durero, Mirandola, Erasmo, Tomás Moro, Montaigne, Cervantes, Shakespeare…). Esto no disculpa que hoy se le exija al mundo musulmán una revisión sincera de sí mismo, una autocrítica honesta, para abandonar su victimismo, y recuperar el tiempo perdido. Tenemos derecho a exigir a estos países sabios y antiguos, su renacer, su Renacimiento, su adecuación a las circunstancias globales actuales, e incluso, su liderazgo intelectual, creativo, artístico, científico de antaño. Allah (loado sea) no les niega nada de esto. Cualquier civilización que se precie tiene que mitigar e ignorar la lógica del fracaso, tiene que alejar a sus ciudadanos de la incultura, de la cerrazón, de la crueldad, del inmovilismo, de la superstición, del autoengaño y el conformismo, y del estado de hostilidad permanente. La Civilización Musulmana está a tiempo de analizarse, corregirse y cambiar, porque el resto del mundo no se detendrá, ni esperará, seguirá su curso rumbo hacia la globalización de todos los parámetros.

 

El ser humano es sagrado (hombre o mujer, infante o adulto, occidental u oriental, del norte o del sur), no se le veja, ni mutila, ni maltrata, no se le mata ni descuartiza, no se le odia, no se le guarda rencor, no se le culpa de tus circunstancias, no se le desea el mal, no se le boicotea su talento, ni se le restringe su libertad. Esto no es lo normal, ninguna religión lo predica. La lectura del Corán debe ser considerada como el impulso inicial hacia el conocimiento, después de este sagrado libro hay que continuar leyendo millones de libros más, para asombrarse de la creación, y del talento de nuestros congéneres. Los imanes, los mulás, los ulemas, los líderes, los doctores y maestros que prediquen con sus palabras coercitivas la lógica del fracaso y el odio, el machismo y la misoginia (que no es más que miedo al infinito potencial de las mujeres), la homofobia y la xenofobia, la represión y el castigo, deben ser sustituidos por los que transmiten optimismo, alegría, festividad, gratitud, perdón, compasión, reparación, responsabilidad, reconocimiento, información e ideas luminosas, tolerantes, cosmopolitas, excelsas, globales. ¿Dónde están los premios nobel musulmanes, los científicos, los inventores, los emprendedores, los astronautas, los cineastas, los filósofos reformistas, los pensadores modernizadores, los demócratas, los incansables viajeros, los poetas, los músicos, los artistas –capaces del arte y la arquitectura más refinada y hermosa de todos los tiempos–? Simplemente no existen, o están escondidos, atemorizados por la lógica del fracaso impuesta por el lado más oscuro y mórbido del Islam. ¿Por qué dais crédito aún a los que fomentan odio y crueldad, cortan manos, justifican la esclavitud, ahorcan a homosexuales, lapidan a los “pecadores”, cortan clítoris y mortifican en vida a las mujeres, ocultan la belleza y el talento? ¿Dónde está ese pueblo musulmán hermano, qué ha sido de vosotros, de vuestra hospitalidad y tolerancia, de vuestro refinamiento? ¿Es que nadie ve lo que yo veo? ¿Habéis perdido la evocadora inspiración de los 99 nombres de Allah (loado sea)?

 

von der Leyen ArabiaSaudi

Ursula von der Leyen, ministra de Defensa de Alemania, de visita en Arabia Saudí.

 

EL RESTO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL a mí no me engaña, pues en realidad sienten que la problemática musulmana es una patata caliente de la que desean permanecer al margen, manteniendo discursos ambiguos y demagógicos, y fingiendo una falsa amistad con las naciones árabes. Empecemos por América Latina: cuál es la postura oficial predominante en estos países… son de raíz católica, están al otro lado del Atlántico muy lejos del Islam y su cosmovisión, se creen a salvo, sus democracias de reciente creación distan bastante de ser laicas y aconfesionales, sienten afección por la causa palestina, porque Israel es el protegido de Occidente, en particular de Estados Unidos, luego su complicidad con el Islam es en tanto que comparten en general el mismo “blanco de sus iras”. El Subcontinente Indio, qué decir, si se separaron hindúes y musulmanes antes incluso de eliminar a Gandhi de escena, Paquistán e India son dos potencias nucleares enfrentadas eternamente que aún mantienen abierto el litigio con Cachemira. Rusia y otros países de raíz ortodoxa, no han sido menos imperialistas ni islamófobos, ni han estado menos interesados por los recursos del mundo árabe, que Europa o Estados Unidos. China, “comunista” supuestamente, y nacionalista por definición, refractaria con los Derechos Humanos y la Democracia, no se inmutará por ninguna causa exterior siempre y cuando no afecte a sus intereses comerciales, políticos y militares. Si el yihadismo traspasa sus fronteras, lo atajará a su manera, y punto. Al África Negra, desbordada como está con sus problemas y su tímido/incipiente crecimiento económico, mitad cristiana, mitad musulmana, mitad animista, el yihadismo le toca de lleno, cualquier posicionamiento trastoca sus frágiles equilibrios…

 

EPÍLOGO

 

Mi país padeció el doloroso trance del terrorismo nacionalista de ETA, tiene experiencia en la persecución de este fenómeno dentro del marco del Estado de Derecho y la Democracia –errores aparte, que los hubo–. Con estrategia y perseverancia, con una inteligente labor policial y la colaboración internacional, con pericia y determinación, sacrificio y paciencia, contraponiendo más democracia a la locura y al crimen, sin necesidad de invadir territorios ni causar más devastación y odio, venció la batalla. Hoy en día, el separatismo se defiende en nuestros parlamentos con ideas y palabras, no con tiros en la nuca ni coches bomba. La democracia derrotó al terrorismo. Deberíamos aprender de esta experiencia y considerar la amenaza yihadista como un problema global, en el que la comunidad internacional se debe implicar sin reservas, al tiempo que debe ayudar a la Civilización Musulmana a reinventarse y progresar, a entender la democracia, a entendernos a los demás, y nosotros a ellos con reciprocidad y elasticidad. El entendimiento y la concordia es nuestra bendita condena, limar las asperezas debemos, para avanzar juntos camino de la fusión: la DEMOCRACIA GLOBAL.

  

“De Granada a Istanbul” Hamza Castro.

 

¡ULTREIA! OS SALUDO. 

Tisho Babilonia. Septiembre de 2014, La Haya (Países Bajos).

 

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