Al echar la vista atrás, y hacer un balance sincero de los acontecimientos históricos, nos preguntamos: qué fue de los imperios de ayer y de hoy, qué queda de los estados nacionales, qué hay de las religiones redentoras y la larga marcha de las ideas, de la verdad y la razón –del logos, el ethos y el pathos–, de los callejones sin salida que los fundamentalistas misántropos desquiciados se empeñan en explorar. Qué queda de tantos afanes y sueños truncados, tantas carcasas abandonadas y carcomidas por la herrumbre, qué fue del...
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